Author(s):
Bettencourt, Ana M. S.
Date: 2010
Persistent ID: http://hdl.handle.net/1822/11555
Origin: RepositóriUM - Universidade do Minho
Subject(s): Edad del bronce; Noroeste Peninsular
Description
La autora ensaya una nueva interpretación de los mecanismos de negociación del poder y de promoción de la identidad social a partir del análisis de unas prácticas funerarias, cuya existencia ha quedado demostrada en todos los períodos de la Edad del Bronce en el Noroeste de la Península Ibérica, y de la integración de las mismas en los diferentes contextos cronológico-culturales en los que
se desenvuelven. En esta extensa área distingue dos grandes tendencias en el tipo y la distribución de las arquitecturas funerarias que asocia a los diferentes modos de interacción y percepción del mundo de las comunidades de este período. Defiende que las necrópolis de sepulturas “opacas” (cistas sin tumuli, sepulturas planas y fosas), localizadas en áreas de importante potencial agrícola y en las inmediaciones de los poblados, fueron construidas por
comunidades sedentarias, muy implicadas en actividades agrícolas, con un marcado sentido de la territorialización
y un dominio y conocimiento profundo del territorio. En cambio las comunidades conectadas con paisajes montañosos,
eventualmente mas subordinadas a las prácticas pastoriles y con modos de vida que implicarían mayor movilidad, serían las responsables de la construcción de
estructuras funerarias más visibles, como los monumentos
bajo tumuli de tradición megalítica, alejados de los poblados.
Defiende durante el Bronce Inicial una ocupación de nuevos territorios y la aparición tanto de una nueva forma
de interacción de las comunidades con el medio como
nuevos mecanismos de poder y de legitimación sobre el
territorio que se materializan, parcialmente, en las prácticas
funerarias. Atribuye un papel social a algunos cadáveres,
aquellos que tienen ofrendas de cobre y de oro y
que están presentes en lugares antiguos y nuevos.
A partir del Bronce Medio asume que el cadáver pierde
importancia en términos colectivos y que la muerte se
vuelve más familiar, transfiriéndose los escenarios de negociación
del poder y de la identidad social a otros contextos
de acción más conectados con la esfera de los vivos.
Pone como ejemplo los lugares de explotación de estaño y
de fabricación, manipulación y deposición de artefactos en
bronce, los escenarios donde se edifican y se colocan las
estatuas-menhires emergentes, grabadas con armas y con
nuevos símbolos, y el interior de los poblados.
Durante el Bronce Final esta dinámica se acentuaría,
aumentando la transformación del cadáver con la consiguiente
pérdida de importancia del cuerpo físico, sobre
todo en los lugares o períodos en los que los indicios de
incineración parecen más usuales. Destaca la mayor relevancia
adquirida por los poblados como polos dinamizadores
de poder y la aparición de localizaciones en alto, de
verdaderos recintos excepcionales, a veces con murallas,
en donde las acciones realizadas implicaron la manipulación
de varios y diversificados artefactos metálicos, además
de materias primas excepcionales y de gran cantidad
de recipientes cerámicos singulares. Finaliza preconizando
la necesidad de estudios de contingencia que permitan confirmar o refutar estas hipótesis.